Las Familias Ecuatorianas y la Tradición del «Año Viejo» para Despedir el 2024

La magia de los monigotes, la tradición que une a todos

Cada 31 de diciembre, las calles de Ecuador se llenan de color, risas y, sobre todo, de monigotes. La tradición de despedir el año con la quema del «Año Viejo» es una costumbre que atraviesa generaciones, y es un acto lleno de simbolismo para millones de ecuatorianos. Las familias, los amigos y los clubes se reúnen con alegría para crear y dar forma a los monigotes, que representan un cierre de ciclo y la bienvenida a un nuevo año lleno de esperanzas.

Este año no ha sido la excepción. Desde el amanecer hasta la noche, las plazas y hogares se han convertido en talleres improvisados donde los monigotes cobran vida. Con materiales reciclados, ropa vieja, papel y cartón, cada uno de estos muñecos refleja el humor, la ironía y la crítica social de la comunidad. Algunos representan figuras públicas o eventos importantes del año que termina, mientras que otros tienen un toque más personal, hecho a mano con cariño y nostalgia.

En el barrio de San Sebastián, por ejemplo, el monigote del Año Viejo este año tiene la forma de un personaje famoso que acaparó titulares, mientras que en el barrio de la Loma, los vecinos han decidido crear un muñeco que simboliza la superación personal, dejando atrás los desafíos del 2024.

La quema como ritual de renovación

La magia del «Año Viejo» no solo radica en la creación de estos muñecos, sino en el rito de la quema. A medida que la noche avanza y el reloj se acerca a la medianoche, las calles se llenan de familias, niños y vecinos con ansias de ver cómo sus monigotes se incendian, llevándose consigo las malas vibras y todo lo negativo del año que termina. Esta práctica es vista como una manera de “purificar” el alma, dejar atrás las tristezas y los fracasos, y abrir la puerta a un nuevo ciclo lleno de oportunidades.

«Es un momento de reflexión, donde uno se siente renovado y con esperanza para lo que viene», comenta Javier Mendoza, un vecino del cantón Ambato, quien junto a sus hijos ha creado un monigote inspirado en las dificultades del 2024. Para él, este acto de quema tiene un profundo significado. «Nos ayuda a liberar el estrés acumulado, a empezar el nuevo año con energía positiva», afirma.

Algunas familias prefieren acompañar la quema con cánticos, oraciones y hasta brindis, mientras el fuego consume sus monigotes. Otros se reúnen en parques, donde se organizan concursos de «Años Viejos», premiando los más creativos, originales y grandes. Sin importar el tamaño o la forma, el objetivo es el mismo: despedir lo viejo para recibir lo nuevo.

La unión familiar y vecinal en este rito de fin de año

Más allá de la quema de los monigotes, la preparación del «Año Viejo» se ha convertido en una excusa perfecta para reunir a la familia y amigos. Para muchos, este acto no solo significa dar la bienvenida al nuevo año, sino también fortalecer los lazos familiares y comunitarios.

En el barrio «La Esperanza», por ejemplo, las familias se organizan para compartir recetas tradicionales, como la fanesca, el hornado o los buñuelos, mientras conversan sobre lo vivido durante el año. «Lo más bonito de esta tradición es que nos permite estar juntos, reírnos y disfrutar del tiempo con la familia. Este es un momento de unión», señala Rosa María Guerrero, una residente del lugar.

La participación de clubes sociales y deportivos también es clave en esta tradición. En varias ciudades, los clubes se agrupan para organizar actividades relacionadas con la creación de monigotes, concursos y celebraciones en conjunto. En este sentido, la quema del «Año Viejo» no solo se limita a lo familiar, sino que también involucra a la comunidad entera, creando un sentimiento de pertenencia y cohesión social.

La esperanza y la creatividad al cierre de un año desafiante

El 2024 ha sido un año complicado para muchos ecuatorianos, con desafíos en diversos ámbitos. Sin embargo, la quema del «Año Viejo» es la ocasión perfecta para dejar atrás las dificultades y abrirse a la esperanza. Cada monigote, hecho con las manos y el corazón, es un reflejo de la resiliencia y la creatividad de los ecuatorianos. La tradición no solo representa un cambio de año, sino una oportunidad para renovar energías y ver el futuro con optimismo.

En un año que ha sido de pruebas y superaciones, las familias ecuatorianas siguen manteniendo viva esta tradición que simboliza no solo el final de un ciclo, sino el renacer, la unión y el amor compartido. Mientras el reloj marque la medianoche y los monigotes ardan en llamas, lo único seguro es que el 2025 será recibido con mucho más que fuegos artificiales: será recibido con renovada esperanza y gratitud por lo que vendrá.