Restos humanos y asesinato de sacerdote conmocionan a Salcedo y Ambato


Dos sucesos impactantes encienden las alarmas en la región: el hallazgo de restos humanos en Mulalillo y el asesinato del sacerdote Enrique Arcos en Panzaleo.

La provincia de Cotopaxi y la comunidad católica de Tungurahua viven días de conmoción tras dos eventos de alto impacto que han sacudido a sus habitantes. Por un lado, el hallazgo de restos humanos en el sector de Lampatachasqui, junto al botadero de basura de la parroquia Mulalillo, Salcedo; y por otro, el trágico descubrimiento del cuerpo del sacerdote Enrique Arcos en Panzaleo, también en Salcedo, con claros indicios de violencia.

Hallazgo en Mulalillo

La Policía Nacional del distrito Salcedo, bajo la dirección del jefe Cristian Garzón, recibió una alerta el pasado martes a través del ECU 911 de la zona 3, informando sobre la presencia de restos humanos en Lampatachasqui. Según el reporte inicial, moradores del sector se percataron de la situación al observar animales merodeando en el área, lo que los llevó a descubrir partes anatómicas al costado de la vía.

Los oficiales confirmaron la presencia de restos que incluían extremidades inferiores, una extremidad superior y un cráneo, junto con prendas como un pantalón de calentador gris y una camiseta roja. Las autoridades coordinaron con la Fiscalía y unidades especializadas para realizar el levantamiento de las piezas, que fueron trasladadas a la morgue de Latacunga.

«Las investigaciones se trasladarán a Quito, donde se realizarán estudios antropológicos y pruebas de ADN para identificar a la víctima», afirmó Garzón, quien también hizo un llamado a la ciudadanía para reportar situaciones similares al ECU 911. «La colaboración oportuna de la comunidad es esencial para esclarecer casos como este», agregó.

El asesinato de Enrique Arcos

Mientras la Policía avanzaba con la investigación en Mulalillo, otra noticia estremeció a la región: el cuerpo del sacerdote Enrique Arcos, desaparecido desde el 30 de octubre, fue encontrado en Panzaleo el 3 de noviembre. El cadáver presentaba signos de violencia y estaba atado de manos, según los primeros informes periciales.

Arcos, quien servía como párroco en Huachi Chico, Ambato, había desaparecido en circunstancias que generaron preocupación inmediata entre familiares y miembros de la comunidad católica. Días antes de su desaparición, se reportó un robo en la casa donde vivía con su madre, en Ambato.

El sacerdote fue visto por última vez cerca del Colegio Bolívar, en la ciudadela Cristóbal Colón de Ambato. Su vehículo, un KIA rojo con placas TBK-4069, aún no ha sido localizado. Tras perder comunicación con él, familiares y amigos emprendieron una búsqueda intensa que terminó en tragedia al hallar su cuerpo en Salcedo, una provincia distinta a la de su desaparición.

La comunidad católica de Ambato, donde Arcos era ampliamente querido, lamentó profundamente su muerte. «Perdimos no solo a un líder espiritual, sino a un hombre que dedicó su vida al servicio pastoral», expresó un miembro de la iglesia. Con 26 años de trayectoria en la Iglesia Católica y una discapacidad física que no le impidió cumplir con su misión, Arcos había ganado el cariño y respeto de muchos.

Investigaciones en curso

La Fiscalía anunció que las investigaciones están avanzando para esclarecer tanto las circunstancias del asesinato de Arcos como el hallazgo en Mulalillo. En el caso del sacerdote, las autoridades no descartan un vínculo entre el robo previo en su domicilio y su muerte, mientras que en el caso de los restos hallados, la prioridad es determinar la identidad de la víctima a través de estudios especializados.

Estos incidentes han puesto en alerta a las comunidades de Salcedo y Ambato, que exigen respuestas rápidas y contundentes. La Policía Nacional, en conjunto con otras instituciones, continúa trabajando en ambas investigaciones.

La conexión entre estos eventos, aunque no ha sido confirmada, mantiene a la población atenta a cualquier avance en los casos. La región se enfrenta a una encrucijada que pone a prueba la seguridad, la justicia y el tejido social que une a estas comunidades.