La epifanía, fe y universalidad
El 6 de enero, Pataín se convierte en un vibrante escenario de fe y cultura con la celebración de la Epifanía del Señor, el Padre Diego Basantes, párroco de Panzaleo, explica que esta festividad simboliza la manifestación de Dios al mundo entero, representada en los Reyes Magos. “Ellos encarnan la diversidad cultural y generacional, con figuras que reflejan las distintas edades y procedencias de la humanidad, Jesús se muestra como salvador de todos, ofreciendo esperanza desde su humildad como niño”.
Basantes también resalta el significado de los presentes que los Reyes Magos llevaron al niño Jesús: “El oro representa su realeza, el incienso su divinidad y la mirra prefigura su sacrificio por la humanidad”. Para el párroco, esta fecha no es solo un recordatorio del misterio de la Navidad, sino un llamado a reencontrarnos con lo esencial: la presencia de Dios en nuestras vidas.
La Diablada una tradición única de Pataín
Junto a la solemnidad religiosa, la comunidad revive una expresión cultural única: la Diablada, Cristian Fonseca, priostes, detalla cómo esta tradición ha evolucionado a lo largo de generaciones: “Los disfraces de diablos, payasos y otros personajes son parte esencial de la festividad, aunque algunos los asocian con el mal, aquí representan la derrota del demonio ante la presencia de Jesús”.
La Diablada incluye música, danza y un desfile lleno de color, en el que los disfraces cuidadosamente elaborados destacan por su creatividad, para Fonseca, esta manifestación cultural no solo enriquece la celebración, sino que también fortalece los lazos comunitarios: “Es una forma de unirnos como barrio y mantener viva nuestra identidad”.
Personajes y simbolismo
Uno de los elementos más esperados de la festividad son los personajes del pesebre viviente, María, José, el Divino Niño y los Reyes Magos desfilan junto a los diablos, creando un contraste entre lo sagrado y lo festivo. “Los Reyes Magos son esenciales en la celebración, pero la participación de los disfrazados aporta humor y alegría, recordándonos que esta es una fiesta para todos”, comenta Fonseca.
Transmisión generacional
La preservación de esta tradición depende de las nuevas generaciones, y los habitantes de Pataín lo tienen claro. “Es hermoso ver cómo los niños se suman a la Diablada y participan activamente”, dice Fonseca, uno de los jóvenes disfrazados, que lleva años siendo parte de la festividad, comparte: “La Diablada no solo es diversión, también es un legado que debemos proteger y transmitir”.
El mensaje de unidad y esperanza
Al cierre de las festividades, la comunidad se reúne para compartir alimentos, música y momentos de reflexión. “La fiesta no es solo para recordar el pasado, sino para agradecer por el presente y mirar al futuro con esperanza”, concluye el Padre Basantes.
En Pataín, la Epifanía no es solo un acto litúrgico ni un evento cultural, es un encuentro de fe, alegría y tradición, donde cada participante, desde los niños disfrazados hasta los líderes religiosos, contribuye a mantener viva una celebración que une a todos.