La fiesta de los Santos Inocentes en Pataín

Diablos, payasos y monos lideran la celebración en honor al Niño Jesús.

Los Santos Inocentes de Patahín: una tradición de fe, cultura y humor

Cada 5 y 6 de enero, Pataín, una comunidad del cantón Salcedo, revive una de las celebraciones más pintorescas de la región: la fiesta de los Santos Inocentes, este evento combina devoción religiosa, tradición cultural y humor popular, atrayendo a habitantes locales y visitantes curiosos, con máscaras, disfraces y una organización meticulosa, los priostes y los personajes centrales de la festividad mantienen viva una costumbre transmitida de generación en generación.

El origen de la tradición

Anderson Chiliquinga, uno de los organizadores, explica que esta fiesta tiene raíces profundas en la comunidad. “Se originó hace décadas, cuando la gente aprovechaba los restos de comida de las celebraciones de Año Nuevo para compartir un caldo de cuero, con el tiempo, esto evolucionó hasta convertirse en la festividad que conocemos hoy, donde la comida, la música y los disfraces son esenciales”.

Mario Cunalata, un veterano prioste, añade: “Recuerdo que hace 25 años la tradición estaba en peligro. Un grupo de jóvenes decidimos rescatarla, organizando colectas y comprometiéndonos con el evento. Hoy, ver cómo ha crecido me llena de orgullo”.

Los personajes y sus significados

La comunidad revive con fervor y alegría una festividad cargada de historia.

Los disfraces son el corazón de la celebración. Los diablos, los payasos y los monos son personajes clave que llenan las calles de color y alegría, Alexander Acosta, quien ha participado como diablo desde los tres años, destaca el significado cultural de este papel: “Para mí, bailar de diablo es mantener viva la tradición. Es nuestra forma de agradecer al Niño Jesús y pagar nuestros pecados con devoción y humor”.

Acosta describe su máscara con detalle: “La hice con papel, engrudo y pintura de caucho para resistir la lluvia, tiene cornamentas de toro, un cráneo de perro y lana de borrego, me tomó un mes y medio fabricarla, pero vale la pena por el impacto que tiene en la fiesta”.

El papel de los priostes y la comunidad

La organización recae en los priostes, quienes trabajan durante meses para coordinar los eventos religiosos y culturales. “Somos 29 priostes, y todo lo hacemos con devoción, desde las misas hasta las vueltas con los disfrazados, cada actividad es un acto de fe y compromiso”, explica Chiliquinga.

Uno de los momentos más esperados es la misa principal, en honor al Niño Jesús, que se celebra el 6 de enero, después, los asistentes disfrutan de las tradicionales entradas en la plaza principal, donde se reparten frutas donadas por los habitantes.

El humor y la sátira como protagonistas

El humor es una característica distintiva de la fiesta. Mario Cunalata recuerda cómo, en su niñez, los disfraces incluían parodias de personajes locales y políticos. “Era nuestra forma de divertirnos y hacer que la gente olvidara sus problemas por un rato, hoy, los disfraces son más elaborados, pero el espíritu sigue siendo el mismo”, comenta.

Los monos, por ejemplo, se suben a árboles y carros, interactuando con el público de forma juguetona. “Antes, los monos hacían rezar a los niños, y si no podían, les daban un ‘incentivo’ simbólico. Era una mezcla de humor y tradición”, rememora Cunalata con una sonrisa.

Un legado para las nuevas generaciones

La transmisión de esta tradición es fundamental para la comunidad, Acosta reflexiona sobre su papel en inspirar a los jóvenes: “Les diría que bailen con gusto, que no se excedan con el alcohol y que respeten el espíritu de la fiesta. Mantener estas costumbres vivas es nuestra responsabilidad”.

Uno de los momentos más emotivos de la celebración es ver cómo las familias participan juntas, asegurando que la tradición continúe, Cunalata destaca la importancia de incluir a los más jóvenes: “Mi hija ya se disfrazó de payaso este año, es hermoso ver cómo la siguiente generación toma la posta”.

La fiesta como símbolo de unidad y fe

Más allá del espectáculo, los Santos Inocentes de Pataín son un acto de agradecimiento y esperanza. “Esta festividad es nuestra forma de dar gracias a Dios por la vida y pedir un futuro mejor”, concluye Cunalata.

Con su mezcla única de cultura, humor y devoción, esta celebración sigue siendo un pilar de identidad para los habitantes de Pataín. En cada disfraz, en cada máscara y en cada acto de generosidad, se refleja el espíritu de una comunidad que vive y respira su tradición con orgullo.