El renacer de Chazualó: historia, turismo y progreso sobre rieles

En el barrio Chazualó, ubicado en la parroquia Antonio José Holguín, la historia vuelve a cobrar protagonismo. Durante años, la comunidad vio cómo su emblemática estación de tren, una de las más importantes del cantón, caía en el olvido. Sin embargo, la determinación de sus habitantes, liderados por María Elena Salazar, está marcando un giro en el destino de este lugar. Hoy, el pasado y el presente se entrelazan en un esfuerzo por rescatar el legado ferroviario y llevar desarrollo al sector.

María Elena, dueña de la Casa del Jefe, habla con entusiasmo sobre el proyecto turístico que ha devuelto el movimiento a la antigua estación. “Hemos reactivado lo que era antes este espacio. Lo llamamos Tren de Loyal Faro, en honor a su historia. Queremos que el turismo florezca aquí, que las familias vengan a conocer nuestra estación y los bellos paisajes que nos rodean”, explica con orgullo.

La estación de Chazualó, testigo de épocas doradas, sufrió años de abandono tras la modernización de la línea ferroviaria en el gobierno de Rafael Correa. Según Salazar, la implementación del tren crucero, un servicio exclusivo con costos inaccesibles para la mayoría de ecuatorianos, dejó a la comunidad rezagada. “Un boleto costaba hasta dos mil dólares. Nadie aquí podía permitírselo, y al final, todo quedó en el olvido”, recuerda.

Sin embargo, en medio de esta aparente decadencia, un grupo de jóvenes y la misma comunidad decidieron tomar las riendas. Así nació el Tren de Loyal Faro, un vagón turístico que conecta la estación con lugares emblemáticos como la Laguna de Yambo y Valle Perdido. Los recorridos, accesibles y cargados de experiencias, han comenzado a atraer visitantes. “Los precios van desde un dólar hasta seis, dependiendo del destino. Estamos apenas comenzando, pero la acogida ha sido excelente. Hoy cumplimos un mes de haber iniciado, y gracias a Dios, todo marcha bien”, detalla María Elena.

El sueño del asfaltado, ahora una realidad

Mientras el tren retoma su importancia en Chazualó, otra noticia llena de alegría a sus moradores: el asfaltado de la vía principal. Esta obra, largamente esperada, conecta la parroquia con la Panamericana E-35 y promete ser una puerta para el desarrollo del turismo y la economía local.

“Mi padre, Alfonso Salazar, luchó por esta obra hace más de 30 años. Fueron décadas de gestiones sin éxito. Hoy, gracias al apoyo del alcalde Juan Paul Pacheco, finalmente se está haciendo realidad”, comenta María Elena emocionada.

El avance de esta obra no solo representa un logro comunitario, sino también un cambio tangible en la vida de los vecinos. Aunque algunos terrenos quedaron más bajos tras el relleno de las calles, los moradores ven esto como un sacrificio menor frente a los beneficios que traerá el asfaltado. “Perder un metro de terreno es ganar en modernidad y plusvalía”, afirma un residente del sector.

Compromiso colectivo

El espíritu de unidad es evidente en Chazualó. La comunidad ha trabajado hombro a hombro para asegurar que tanto el proyecto turístico como las obras viales avancen sin contratiempos. “Todos estamos felices y dispuestos a aportar. Ahora, con una vía de primer orden, será más fácil atraer visitantes e inversiones”, comenta Salazar.

La obra, además, tiene un impacto simbólico: representa la posibilidad de reconectar Chazualó con el resto del país, no solo físicamente, sino también en términos de desarrollo y oportunidades.

Turismo y futuro sobre rieles

El pequeño Tren de Loyal Faro no solo transporta pasajeros; lleva consigo la esperanza de una comunidad que busca resurgir. Desde la estación de Chazualó, los visitantes pueden disfrutar de un viaje único hasta la Laguna de Yambo, un destino que combina belleza natural con historia. Además, las rutas incluyen una parada en Valle Perdido, un rincón pintoresco que encanta a quienes lo descubren.

Para María Elena, este esfuerzo tiene una dimensión personal. Con la Casa del Jefe, ha querido rendir homenaje a su madre, quien manejó una tienda en la estación hace 45 años. Ahora, su objetivo es convertir este lugar en un punto de encuentro donde la tradición y el turismo se unan para revitalizar Chazualó.

“Invitamos a todos a visitarnos, a recorrer el tren, a conocer nuestra historia. Este es solo el comienzo de lo que queremos lograr. Con trabajo y unidad, haremos de Chazualó un destino único”, concluye Salazar.

Entre el repique de las ruedas del tren y el avance del asfaltado, Chazualó no solo revive su pasado, sino que también construye un futuro lleno de promesas. El barrio, que una vez fue el corazón del ferrocarril en el cantón, vuelve a latir con fuerza, impulsado por la fe y el esfuerzo de su gente.